martes, 29 de marzo de 2011

sepTimo pasO de marzO: sE llevÒ lO qUe mirAba...sE llevO lO quE lLevaBa

......hartos de la posmodernidad y de la modernidad, de los pre-juicios y los pos-juicios de ambas sobre ambas y de los que si pero que no una y que si pero que no otra y que si si una y que no no otra mejor..hartos de estar hartos de todas y todos y de los relatos, microrelatos y pedorelatos. Por el poder de Greyscol: Macedonio: "¡Buenos dìas mundo!, siempre fenomeneando" (selecciòn de Yoni Cash Kash)






CUENTO DE LITERATURA NO LITERARIA

 


En aquel bar, restaurante y confitería vastísimos, abundantes de lo más variado y caprichoso, servía desde veinte años a multitud de clientes renovándose, con una solicitud y presteza incansables, Tomás, una santidad de lo servicial y de cordialidad y simpatía a todo cliente y sus gustos y antojos, que le alegraban siempre y no le irritaban nunca por exigentes y laboriosos de satisfacer y combinar. El gusto de cada uno, de infinita variedad, todos tan legítimos y con los que somos poco tolerantes a menudo, era su Pasión.

¡Podrá creerse que hubo quien a sabiendas marchitó por un momento, hirió y desmayó esta actitud humana tan hermosa, esta real y constante caridad, esta magnífica postura de ser genuinamente hombre! Ser un humano cual Tomás es ser hoy un inmenso revolucionario, un invitante máximo a la recuperación humana, ya quizá desesperada en medio de tantos discursos, cataduras y aposturas de benevolencia y ciencia, cuando sólo se practica servir bombas, mentiras y despojos, en guerra y en paz igualmente.

Hacer, preparar niños que sean como Tomás es el único camino de recuperación, si todavía es posible; el único recurso casi artificioso que, entre tantos planes ostentosos, insinceros, afiebrados, más o menos ignorantes, puede conducir a esa obra sin la cual no habrá salvación, es forzar las cosas y situaciones a maneras y arreglos que a su vez fuercen a la cordialidad en la convivencia.

El cliente que viene entrando con amigos al Bar es tipo de la desmoralización de la época, no un malvado, pero sí tocado de algún vicio de maldad. Es viejo cliente como sus amigos, clientela afectuosa con Tomás. Pero quiérese creer que ha llegado para la psicología o muy sólida o clara de Agustín Llanos un momento de serle irritante la felicidad de cumplir pedidos en Tomás, y se ha propuesto turbarla, sin consultar a sus amigos, quienes han solido elogiar la constante amabilidad de Tomás.

-¿Y usted qué pide, don Agustín?

-Pues me traes una tajada bien tostada de hielo rodeada de garbanzos del puchero de ayer.

-Pero esto –balbuceó Tomás- no lo sabemos preparar aquí; yo voy a ver, a preguntar, pero no habrá quizá…

Tomás temblaba, palidecía; se apoyó en una silla; se sentó de golpe y cayó sin vida.

Sirviendo complacido a todos, gustoso de verlos llegar directamente a las mesas suyas, aunque cansado, asediado de atenciones al fin de la tare, su sonrisa de bueno, su semblante dirigido a Agustín, recibió la muerte, de éste.

¿Tiene perdón una torpeza tal, cuando nos asedian los simuladores del Servir en todas las profesiones y actividades, un porciento terrible de simuladores del hacer y del dar, del traer verdad, del intentar el bien?

¿No es policial el dolor y muerte de ese hombre tan bueno? Hay sucesos que por su intensidad sentida son policiales, mas les falta la exterioridad violenta.

Yo quisiera que su publicación en Crónica de Policía hiciera sentir más netamente lo que vale el dolor moral y lo que puede dañar y torturar la torpeza, el descuidar los sentimientos ajenos.

Como yo debo también consideración a los sentimientos de los otros, aliviaré los del lector declarándole que lo relatado no ocurrió. Pero afirmo que me dolería mucho menos que Tomás hubiera muerto de un tiro o un accidente; lo que me subleva es esa muerte por desquiciamiento interior, vacío instantáneo de la Ilusión de Servir que daba calor a su vida entera.

(1944) 


EL NO-HACER


La mera omisión no es suficiente no-hacer; invención de una nueva dignidad: la omisión por Acto.

El no-hacer-nada, o simplemente, el No-Hacer no es un género en el que se hayan hecho todos los progresos; véase en lo aquí narrado cómo podía enriquecerse todavía el noble género: Se titula el sensato cuento: "La Diosa Omisión" o "El Taller del Ocio".

En aquella Estancia donde nadie hacía nada hubo un día en que los habitantes se alegraron al divisar que iba llegando lenta, descansadamente, una persona que no conocían. Los que llamaremos estaneistas tenían por momentos la incomodidad de dudar de si no faltaría todavía algo que dejar de hacer, que a lo mejor habían descuidado de omitir; y este desconocido de tranquilo andar, por su desgarbo y modos reposados, expresión personal de contento y despreocupación, parecióles que tenía todo el aire de ser un experto en el no-hacer y el no-suceder, que eran las cosas en que vivían colaborando los estancistas sin discrepancia, y también sin jactancia, pues ya digo que no estaban satisfechos del todo, sospechosos de hallarse, sin darse cuenta, omitiendo todavía alguna omisión.

Sí, el desconocido calmoso debía traer un algo que se pueda no hacer, una ampliación del catálogo; en efecto, y no en efecto, es decir parcialmente en efecto, el desconocido no era tal genio del no-hacer y había tenido la fortuna de que, por casualidad -pues por investigación y trabajo nunca halló ni buscó nada- conoció en la ciudad el precioso vivir del burocratismo.

Explicó a los estancistas, una vez que se les hizo amigo y fue invitado a quedarse eternamente (aunque no fuera más que por no tener el trabajo de no quedarse) y a cooperar e identificarse con todo el no-hacer del Establecimiento, que había algo que añadir al puro no-hacer; éste era incompleto, carecía de su elegancia que fue siempre la belleza esencial de la Omisión, porque faltaba un ingrediente primario de la ociosidad que él descubrió en toda oficina del Estado, donde no sólo se le imparte al empleado nuevo en seguida la prohibición de hacer sino que se les hace firmar un horario de presencia en la oficina, y, para que su no hacer se vea, se le encarga confeccionar toda clase de memorias o informes, lo que no es trabajoso porque consiste simplemente en arrancar páginas de cualquier novela y firmarlas. Además, el recién llegado, y el ya empezado a quedarse, añadió una extraordinaria información, a saber, la de que los desocupados de Puerto Nuevo, con abundantes razones, se habían quejado del exceso de horario previendo que, por el espíritu de contradicción, el Gobierno decretaría prestamente el aumento de aquél.

Así empezaron en la estancia las memorias e informes de capataz, de proveedor, de cocinera, con otras tantas páginas de novela que quizás, bien encuadernadas en un solo tomo, constituirán la novela modelo de continuidad.

Esto era la autenticación del No-Hacer, que es lo que les había faltado siempre a los estancistas.

“Si muero será con mucha sorpresa de mi parte”....



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