viernes, 10 de diciembre de 2010

6º PAso de DICIembRE: RAY mundo GLEYZER... PRImerA ENtreGa: La tierra quema.



La idea era contar algo de Raymundo, pero al comenzar a escribir sobre su forma de hacer cine, todo se mezclo con una serie de actitudes cinematográficas que tenía para con el hecho de la producción, y con cartas que él mismo escribió. Estas cartas hacen a este humilde artículo, ya que en ellas descubrí a un gran cineasta…
Raymundo Gleyzer fue quizás uno de los principales “realizadores independientes” de nuestro cine. Por lo general se lo encasilla dentro de la movida de “cineastas políticos”, lo cual es muy correcto, pero eso no debería opacar su otra faceta, la de “independiente”. En cualquier análisis del cine de Raymundo (y su vida, que en él estaban íntimamente relacionados) este surge como un cine “político”, de “militancia”, que si bien es totalmente cierto, no hay que dejar en segundo plano el hecho de que su obra es artística también (Además, en cualquier obra hay un “perfil político”, después de todo, está en la esencia del hombre). El cine de Raymundo es sumamente independiente y es una de las piedras fundamentales de lo que en su momento fue el Nuevo Cine Latinoamericano.
Al pensar en el cine independiente  en nuestros días, lo primero que surge como regla aparente, es que se trata de buenas películas hechas con dos mangos (en realidad el cine independiente va mas allá de eso, pero no es la idea filosofar sobre ello). Uno dice: “bárbaro, con dos mangos, una buena idea, un buen equipo, el tipo hizo un película excelente”.
Raymundo hacia eso y un poco mas. También ponía su vida en cada película, y en esto no hay nada de metáforas.
En aquellos años, el cine respiraba una renovación de frescura, eran tiempos de “nuevas olas” –que comenzaron por el neorrealismo italiano y principalmente la nueva ola francesa-, de revoluciones en el cine, y en el mundo. Y mientras el mundo cambiaba su curso y se ennoblecía con sus mayos franceses y su liberación, en Latinoamérica se sufrían terribles dictaduras que servían al saqueo del 1º mundo a estas tierras. Y La revolución parecía entonces para muchos, no una opción, sino una salida. En definitiva se estaba gestando un movimiento cinematográfico que en la Argentina y a lo largo del continente latinoamericano trabajaba en la creación de un cine auténticamente latinoamericano, que era expresión de la realidad de nuestros pueblos y de sus luchas por la liberación nacional, era el tiempo del Nuevo Cine Latinoamericano, que proponía otras formas estéticas, de producción, de sentido y funcionalidad.
Raymundo en una carta a Fernando Birri, le decía que su cine era de “lucha, para seguir bregando por desenterrar de las entrañas del sub-desarrollo impuesto, una clarificación sobre el imperialismo y sus estructuras nacionales. Es vital en la temática que me propongo llevar a cabo en mi carrera de cineasta joven, el problema latinoamericano, o tal vez en mejor escala, el problema de la liberación de Latinoamérica. Hay una prioridad en mí por el buceo de los temas que también te interesan a ti. (Tire die, Los inundados, etc)”.
Así el cine funcionaba también como un arma más para romper con esa opresión. Quería contar verdades y desnudarlas, Glauber Rocha y el cinema novo, aseguraban que “la cámara es una metralla que dispara 24 cuadros por segundo”, o “una idea en la cabeza, una cámara en la mano” (esa sí que es actitud 100% independiente ¿no?). Por estos lados Solanas y Getino –cine liberación-, deslumbraban a Europa con “La hora de los hornos” que además de tener un montaje saladísimo y una banda sonora re grosa, fue realizada con una cámara, un equipo de sonido y en total clandestinidad. Si los descubrían filmando, tiro en la nuca, y NN.
En fin, quería hablar de Raymundo Gleyzer… la cosa es que él compartía esa “actitud  100% independiente”, y buscaba filmar a cualquier precio y como fuera. Constantemente se las ingeniaba para poder filmar, en esa misma carta a Birri, también le decía con respecto de la producción-financiación que Las dificultades son múltiples, amen si consideramos que a los tilingos que hacen cortos psicológicos (cabrones, en esta época) se les hace cuesta arriba conseguir productor, a nosotros los "resentidos de la sociedad" se nos margina de un plumazo.”
Dicen que Raymundo era un tipo transparente, de ojos claros (del color del cielo), alegre divertido, que disfrutaba de cada momento de la vida, amado por todos sus amigos.
Hijo de padres que estaban en el teatro independiente,  de chico comienza a estar cerca del arte. Al llegar a su adolescencia, sus padres se separan y Raymundo comienza a trabajar de fotógrafo para ayudar a su madre. Allí comienza a amar a la cámara y a la película. Años después comienza a estudiar cine en la Universidad de La Plata.
Recuerda Humberto Ríos, (profesor de Raymundo), que ya de temprano Gleyzer tenía en claro que quería contar en sus películas El problema de la liberación de Latinoamérica”, haciendo cine documental. Pero no esos documentales que si se los golpea mucho suenan a huecos a la onda de los del History Channel, sino documentales que cuenten historias que desnuden la verdad. Su lenguaje iba a basarse principalmente en un cine documental que plasme una visión social de América Latina.
Raymundo realizaba sus films con todo su espíritu y en el había una constante necesidad de respuestas propia de los grandes artistas. Con respecto a su primer película, filmada en Brasil decía: “Había en mí una revelación por lo ignorado, esa es la palabra, una línea que me llevaba a escaparme de ese mundo cerrado  y sin objetivos, de una increíble rutina de la que nunca me sentí partícipe, de esa bifurcada necesidad de trabajar, a salir de ese circuito cerrado, tal vez inexistente, que me ahogaba, y ya no más. Y me vine, con mi sangre, conmigo en una maleta, y unas ganas ávidas de expresarme, de dar algo de mí. ¿Existe una necesidad de expresarse cuando no se sabe si se tiene algo que decir? Ese era mi interrogante.”
Podríamos seguir de aquí en adelante con una larga biografía de Raymundo, pero eso no es lo que quiero contar, sino cómo filmaba, lo que hacía para filmar, y por qué filmaba…
De las películas que hizo, me quedo con estas tres: La tierra quema, México, la revolución congelada, y Los traidores; son las que mas me gustan, (puedo llegar, con suerte, a ser gustólogo, no crítico, así que no rompan las bolas con la objetividad y ese verso) y las elijo porque además son las que más me gustan en lo que respecta a como las filmó.


“La tierra quema”

Año: 1964/ 16mms. / Documental / Blanco y Negro / 12 minutos Dirección: Raymundo Gleyzer Fotografía: Rucker Viera. Música y Textos: Víctor Pronzato (luego Víctor Proncet) Productor Asociado: Rodolfo Goldsehwartz. Locución: Rudy Carrie

El film es “económico”, valiente (muy valiente) y austero; consecuente con lo que fue el Nuevo Cine Latinoamericano, y también brutal. Es un relato hecho desde las tripas, totalmente visceral, la sinopsis de la película nos dice todo:
"Juan Amaro, 35 años. Hace seis años encontró este rancho abandonado. Llegó con su mujer y once hijos, de los que sobreviven cuatro. En este lugar ya soportó varias sequías, pero ésta parece ser la más dura".
Raymundo había ganado un subsidio del instituto del cine con un compañero (Juan Giannoni), e invitados por la cancillería brasilera. Parten para el Nordeste, al Polígono de Secas: toda la sub-nutrición y el infradesarrollo se encuentran allí, en el "sertao". Donde año a año “se decidía la suerte de millones de hambrientos y desamparados, y sin ningún tipo de guión mas que una línea general nos largamos…”. Raymundo además de “independiente”, también se las jugaba buscando otras formas de producción, muy distintas a las impuestas por el “lenguaje oficial” -el de Hollywood-. Ya desde las formas de producción, proponía otras posibilidades, como la creación del guión a la hora del montaje y no antes de ir a filmar.
Raymundo Gleyzer convivió con la familia de campesinos y filmó su vida tal cual era. En una carta a Juana (su mujer), deja traslucir algo de esta experiencia: "El Galego (gringo), tiene unos 3 años. Eso de “tiene unos” se refiere a que ninguno de los chicos están anotados y por lo tanto la familia pierde el control de los años. Si a ello agregamos que nadie sabe contar.
El Galego es decididamente amoroso. Cuando uno llega te da la mano y te interroga con un grueso “¿Como vai Seor?”  -Bien, le respondo a la par que le pregunto por él -Peleyando- Me dice. Pero como hallo increíble que esté luchando le interrogo con quien -Ca' vida (con la vida).
-Vamos a Recife -No, no poso ir. -¿Por que? -Por causa du boi.
Es el mejor actor de todos”
El film se realiza en Brasil a principios en 1964, durante el gobierno de Jango Goulart, el cual se enfrentaba a muerte contra las “minorías selectas” del país (¿suena familiar la situación?, aseguro que no es pura coincidencia). Los monopolios y latifundios presionaban al gobierno para que no lleve a cabo la reforma agraria, que cambiaría la triste suerte de millones de campesinos.
En el Serrato todo es dolor: el bocio endémico castiga a 18 millones de brasileros; la equistosomiosis a 4; el tracoma a un millón; el mal de chagas a otro millón; la lepra a 64.000 personas; las enfermedades mentales a 45.000; 100.000 mueren anualmente de tuberculosis. ¡Cada 42 segundos muere una criatura!
Es la "zona maldita”, donde no hay agua, donde solo hay miseria.
Raymundo se pone en contacto con Francisco Juliao, quien era un famoso líder campesino y se introduce en la zona y en toda esta problemática, con la idea de reflejar tal contexto. Realiza el film rodado en pleno desierto.
La película relata el terrible drama de Juan Amaro y su familia. La filma tal cual es, sin necesidad de impostación, logrando que representen su propio drama de vivir. Gleyzer refleja una cruda realidad, con un equipo técnico más que reducido, y un gran amor por el cine.
“Una familia campesina, de las tantas que tratan de sobrevivir en el Nordeste brasilero. El latifundio y la sequía obligan el éxodo de los campesinos hacia el sur. Hacia un incierto Rio de Janeiro o Sao Paulo donde serán igualmente explotados, pero comerán...
Juan Amaro, Juan sin tierras, no quiere abandonar éste, su lugar. Siembra sus últimas semillas pero seis meses de sequía son demasiados. Con su mujer deciden emigrar hacia otras zonas donde hallarán agua para beber.
En el amanecer todo ha terminado para ellos. La tierra calcinada los ve partir. Llegan a la feria del poblado en busca de orientación, pero allí Juan Amaro y su familia no encontrarán otra cosa que sub-hombres. Miles de "retirantes" han pasado por ese lugar, miles ya han muerto. Juan Amaro seguirá buscando un lugar en el mundo para conservar los cuatro hijos de los once que tenía…”
Aunque el uso de la voz en off parece tedioso (en mi opinión quizás es usado con cierta inocencia propia de una opera prima, además de tener en cuenta la época en que se realiza dicho film) es de destacar el uso del montaje y la fotografía que son dos de sus mejores atractivos.
El montaje logra la síntesis justa que le permite jugar con “metáforas visuales” que reflejan esta cruda realidad.
Dos ejemplos:
Una, la escena donde el hijito menor se lleva “su cuna”: una caja de cartón con la inscripción de  la "Alianza para el Progreso". Estas cajas eran el reflejo de la ridícula aparición de la ayuda norteamericana (que son parte de una campaña de marketing) que jamás han visto. El cajón tirado por un hilo quedará enganchado entre unos alambres de púa junto a la casa que abandonan huyendo de la sequía.
La otra, el mismo niño se encuentra junto a unos bultos (que son todas las pertenencias de la familia) y la madre coloca frente a él una imagen de Cristo, el nene la mira, se levanta, la pone contra la pared y se vuelve a sentar.
Finalmente, llega el golpe de estado fascista de Castelo Branco. El compañero de Raymundo abandona Brasil porque el tiempo apremia, él decide terminar el film. Sigue rodando hasta el final, y luego huye con todas las películas y cámaras salvando su vida de milagro ya que lo estaban persiguiendo.
Logra entrar al aeropuerto y tomar un avión a Buenos Aires,  termina el film en la Argentina. Corría el año 1965 y quedaba "La Tierra Quema" como testimonio claro y crudo de la realidad Latinoamericana.


Martín Gruttadauria.

2 comentarios:

  1. "(...) una línea que me llevaba a escaparme de ese mundo cerrado y sin objetivos, de una increíble rutina de la que nunca me sentí partícipe, de esa bifurcada necesidad de trabajar, a salir de ese circuito cerrado, tal vez inexistente, que me ahogaba, y ya no más (...)"
    Increíble que a años de distancia entre una vida y otra, vea que lo que hoy me pasa, otros ya lo pasaron..
    La pregunta sería ahora ¿cómo hacer para terminar con este círculo de imposición, y ya no represión sino masificación, trivialización de la lucha, que parece no tener salida? ¿Cómo hacer para ser libres y contagiar esa libertad? ¿Cuál debería ser la forma de luchar hoy?
    Gracias por compartir tantas vidas de lucha, seguiré espiando a ver qué nuevas formas descubro en este espacio, capaz así se encuentra la respuesta, revisando, conociendo la historia..
    Saludos

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  2. espíe con confianza nomás estamos en bolas eso sí...bien por remover la tierra...ese es el sector...un cambiar la vida! a lo Rimbaud siempre es saludable cultura de la revolución es la revolución de la cultura...hay que seguir embarrándose tal vez!. Abrazos desde el paradalso.

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