jueves, 2 de junio de 2011

La constante...

El juego comenzó sin saberlo, me distraje solo un segundo de sueño que en la vida real parecería eterna.
Decidí buscarte y no estabas. Cerré los ojos para que mis sentidos se enciendan con profundidad. El primer lugar de destino seria tu casa, las partículas de tu perfume estaban en el aire, me alegre por eso. Te sentí cerca.
Abrí los ojos y recorrí tu hogar, nada había, nadie estaba. Toque las frías paredes, mire debajo de la cama, te busque y no estabas.
Me puse una venda en los ojos y me deje llevar. Me pareció escuchar el sonido de tus aros jugando con el pelo. Estuve quieto, expectante y al acecho como un lobo.
Camine y camine, llegue al final del arcoiris y un duende con una irónica sonrisa me dijo: “Ten muy presente que tu enfoque determina tu realidad”. Sin prestarle atención me fui.
Llegue a un puente viejo, pero sólo encontré monedas aplastadas por pesadas locomotoras y antiguas telarañas con lejanos polvillos. Pasaban las horas y no me resignaba.
Mis sentidos se perdían por momentos, toque, palpe y te reconocí, pero nada nuevo, no estabas.
Empecé a deprimirme, mi angustia crecía, me contagiaba y se apoderaba de mí. Cada hora pasada era una tortura. Oscurecía ya.
Agotado de andar decidí volver a mi casa, ansiaba un descanso.
No podía dejar mi constante búsqueda recién al principio.
Al mirarme en el espejo decidí meterme dentro de él, pero encontré repeticiones de mi por todos lados, de diferentes edades. Había muchos bebés, adolescentes y adultos, de diferentes épocas, con diferentes ropas y desnudos también! Como si cada vez que me reflejaba quedaran impresas y atrapadas las imágenes ahí, eso me asusto un poco, lo curioso es que ninguna de mis yo podía hablar, todas ellas gesticulaban y me señalaban, corrí mucho dentro del espejo, el lugar era inmenso y bastante complicado. Es un espejo!!! Las paredes se repiten millones de veces. Comprendí que mis reflejos siempre quisieron ayudarme, me indicaron por donde debía salir y así fue.
Lloré. Me inundó un frió pánico al saber que ya no iba a volver a verte y maldije mi situación. Tuve mucho miedo, no podía ni siquiera pestañar porque recordaba todas las situaciones vividas y me ponían triste. No podía negarlo, estaba yo también perdido.
Al tranquilizarme me pregunte si algo podría haberte pasado, pero la idea fue efímera.
Se me cerraban los ojos y la melancolía crecía con la puesta de luna, no obstante un halo de entusiasmo despertaba.
Cerré los ojos nuevamente, algo estaba en ese ambiente, algo familiar, tierno y frágil, algo que conocía.
Busque nuevamente en todos los lugares, recorrí cada rincón, y no te veía, seguí buscando.
Mis palpitaciones aumentaban, mi adrenalina crecía, estaba cerca?
Ya no quedaba nada por buscar, mis fantasmas desoladores volvían a visitarme y me convidaban con la copa del olvido.
Encuentro el principito, quizás el libro más hermoso que leí alguna vez, me metí dentro y recorrí cada capitulo, me escondí de los actores principales, como algún backstage de bajo presupuesto, estuve apartado en alguna copa de algún baobab, metido entre la hierba o detrás de piedras alejadas de las escenas relatadas. Nadie podía verme!
Al ir moviéndome entre las letras del genial Saint-Exupery, llego y me detengo en la pagina nº66, estaba el marcador de librería Maidana. Al leerlo, me di cuenta que es
quizás el capitulo mas tierno del libro, no obstante debía tener muchísimo cuidado de no ser descubierto.
Me moví sin dejar rastro, paciente y nada distraído, estaba atento a todo, no quería encontrarte ahí por nada en el mundo y de repente escucho una voz que me dice… “Buenos días!” Buenos días contesto y al darme vuelta no veo a nadie, pero sabia quien era.
- ¿Donde estas zorro? – pregunto.
- ¿Como sabes que soy un zorro?
- Lo se porque leí este libro y me gustaría jugar con vos pero no estas domesticado y no puedo hacerlo porque cambiaria el curso de la historia, de hecho ya lo estoy haciendo.
(El zorro no entendía nada, por lo que era lógico que el Principito no había llegado aún). Al menos de este capitulo.
- Además no quiero que mis pasos sean diferentes a otros -continué-, ¡Tenés que esconderte bajo la tierra!. No puedo hacerlo zorro, no puedo domesticarte, no yo. Y me marche. Dejando al zorro un tanto triste.
Cerré el libro y fui hacia la puerta tome el picaporte por última vez y por última vez observo la habitación…
Ahí fue cuado te vi. Una sonrisa se poso en mi boca. Que tonto he sido.



                                                                                                                                            3 Libras.

3 comentarios:

  1. bien fragmentman, nieto e escritor belviense, nada de arco iris ahì, mejor esas monedas pisoteadas por el tren...Me recordò al primer libro del que tengo registro de haber leido en este mundillo terrestre por aia por los nueve o diez años...Azabache, de Ana Sewell, una ternura....a galopar niño..

    ResponderEliminar
  2. Q tierno, hermoso,me hiciste viajar, segui escribiendo mucho, te corre x las venas..

    ResponderEliminar
  3. Muy hermoso...espero leer algo pronto tuyo una vez mas, para disfrutar de cada palabra, que me lleva a imaginar y adentrarme en el mundo que narras, y hermoso recordar palabras de mi libro preferido...

    ResponderEliminar

Entradas populares