martes, 16 de agosto de 2011

Mi end...

Un rayo cae y parte al mundo en dos
La maratón comienza…
Y una sinfonía de luces destruye cada parte de la tierra
De un lado quedan los descorazonados
Del otro los olvidados
Aquellos que fueron felices dejaron de existir
Y en los límites de la miseria el odio dominó el paisaje
A partir de ese día el amor desapareció
Los unos se miraban entre sí y competían por ocultar su corazón
Los otros ni siquiera usaban sus ojos, no querían acordarse del que estaba al lado
Los días fueron siendo así un mapa de la incomprensión, cubiertos con un humo denso que mezclaba la lluvia triste y pesada que caía sin parar con la desazón de quienes arrodillados, ya no podían rezar, sepultando al lenguaje.
Una pesada atmósfera cubrió el tiempo
Y en los espacios de cada rincón sólo se escuchaba el tronar de los rayos y las gotas golpeando a cada miserable cuerpo.
En medio de la decadencia un hombre se transforma en niño y llora
Descorazonado; no por su odio
La inocencia del poco tiempo vivido no se ganó enemigos
Olvidado, no por su memoria, es que nadie le dio un pasado
Su llanto es desgarrador
El ser humano no hace más que ignorar
El niño grita y no para
La lluvia lo golpea
Y en las lejanías del mundo gris hay una mujer que busca el olvido para acordarse de su amor
Circula y circula y no hace otra cosa que caer en su búsqueda
Y el niño sigue bajo las lágrimas
La tierra ya no existe aunque el tiempo ejerce su dominio
La mujer, odiada, olvidada pero no derrotada, enfrenta el pasado para romper la historia y aniquilar al dios reinante
Cae, sigue cayendo y ese niño, herido en sus ojos, contaminado por la indiferencia y acariciado por la nada no deja de esperar…
No llora en vano, la inocencia del poco tiempo vivido no sabe que es eso
La vida se desangra y los muertos se acumulan
Se desploman, no se lamentan, solo caen y dejan de existir
La tierra de los olvidados no es otra cosa que un lagrimeo del tiempo
Y del lado del odio nada importa
En la desolada marcha, ella conoce los errores de la humanidad
La ausencia de algo y omnipresencia de lo que no debería estar
Y ante el posible abandono de su lucha, el olvido en ella termina
Y el niño triste aparece en sus ojos
Ambos unieron sus caminos tal como aquél rayo separo al mundo
Los ojos de la mujer son como el cielo y en el pecho del hombre (ya no un niño) su corazón comenzó a latir.
Ningún lamento vulgar destruye lo sentido, ningún mundo en agonía mata lo que está en el corazón.
La lluvia no nos alcanza.


                                                                                                    Vewhisky.


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