viernes, 25 de febrero de 2011

úlTIMO de Feb: Final DE ray-MUNDO. Los TRaidorES siguen...

La última entrega sobre Raymundo Gleyzer es devastadora, actual, idealista, triste y... ¿esperanzadora?. La visión de un artista revolucionario (porque la revolución está en la cultura misma, decìa Yoni despuès de cagarse a piñas con los troscuadrados que lo tildaban de "reformista") en épocas de persecución, miedo y traiciones es una de las cualidades más brillantes de este hombre; y digo "unas.." porque no es la que encabeza la lista. El Raymundo humano, familiar, buen tipo, gracioso y amistoso se lleva todos los laureles. Gleyzer tuvo unas pelotas y una cabeza más grandes que mucha de la izquierda argenta y con LOS TRAIDORES demostró lo que es realmente llevar un ideal y una causa justa de lucha. Acá va, en palabras de nuestro amigo Martín Gruttadauria, la tercera y última parte de esta semblanza-homenaje a uno de los más grandes artistas que dio Argentina para el mundo. 

Pero antes, en otro escupitajo a la moral, el editor de esta nota Agite y el autor Gruttadauria, en una charla de café, tiran abajo un mito creado por y para revistas pos-modernas: Lars Von Triers y su cine  "dogmático". Lo que hiciste vos, lo hizo Raymundo solito... 

CHARLA DE CAFE CON EL EDITOR
Grutta: En Dinamarca todos joden con el gil de Lars Von Triers, lo tienen como el gran revolucionario del cine, y lo único que el tipo hizo fue robar ideas y ponerlas en reglas, y lo llamó "dogma".
Agite: -Y qué sé yo, a mi me gustaron algunas pelis, como La celebración, aunque no es de él se basa en el dogma y es interesante lo que propone. Además aunque no te guste puso al cine independiente en la mira.
Grutta: -¿Independiente? Del club independiente puede ser ese puto, bah ni eso... lo que propone no lo inventó sino que lo copió, para no irse muy lejos, el cine latinoamericano de hace 30 años atrás se hacia justamente de la forma que el supuestamente propone; el uso de la cámara en mano, el sonido directo, el uso de escenario naturales, bla, bla, bla; además es un burgués pedante que se cree que la tiene re clara.
Agite: -¡Ja! Con su caviar y sus vodkita, lo decís por las 5 obstrucciones...
Grutta: -Es un ladronazo, por ejemplo, mirá Raymundo, el loco hacia todas esas reglitas boludas del dogma, y además de eso ponía su vida en peligro cada vez que salía a filmar -dejaba la vida en cada película y no macana- y no solamente eso, sino que además la gente que después iba a ver sus películas, también arriesgaba su vida estando en esas proyecciones clandestinas... ¿vos cuanto pagarías para ver una del danesito? ¿arriesgarías la vida?, ya con eso no hay punto de comparación... eso es hacer cine independiente, y tener publico independiente.
Agite: -Bueno, poné eso en la nota que queda de Raymundo que me gusto la idea.
Grutta: -Pero, ¿Cómo carajo engancho a Lars Von Triers con Raymundo?
Agite: -No sé, ese no es mi problema, pero esto lo ponés, arreglátelas vos, y anda apurando con la notita, que tengo que mandala a Siete Pasos, ¡Mamón!


 Por Martín Gruttadauria (Cineasta).

Toda obra de arte, en mayor o menor medida, refleja o expresa el contexto en que se desarrolla el artista, esto es una cualidad intrínseca e inevitable. En la Argentina del 72, cuando Raymundo Gleyzer encara la filmación de Los Traidores, había mas de 15 años de proscripción peronista, tras goriladas y dictaduras, los golpes militares no eran novedad, y se adivinaba la intención de que Argentina siga dominada (intención de afuera y de vende patrias locales), la lucha estaba en el aire, en la calle, los milicos y el pueblo que se resistía y se organizaba, revolución y represión, los fusilamientos, el sueño de la liberación nacional... y en este clima, los sindicatos (que empezaban a pudrirse) y su burocracia, jugaban un papel fundamental. Raymundo que no veía en el cine una mercancía, y va más allá, se larga con Los Traidores. El cine era su militancia, y sobre todo, su lucha. Y como en esa Argentina del 72 no era necesario explicar la explotación y alienación que producen el capitalismo y el peligro de entregar el país y sus recursos naturales y demás, porque había una sociedad mas atenta y mucho mas politizada (con la clase obrera y estudiantil, movilizadas y en constante lucha). Raymundo solo “muestra” esa realidad. Es decir, no tiene que explicar por que hay que luchar, ni el porque de esa lucha. Y parte de esa lucha, es para con los traidores sindicales. Así, Los Traidores, es una de las pocas películas –sino es la única- que indagó y profundizó con audacia y valentía el “accionar” de la CGT, y parte de su política corrupta y mafiosa, como así también lo que era la derecha peronista (contraria a la izquierda peronista, con la que Raymundo se relacionaría para poder filmar y proyectar su film), en una época bien peligrosa. Cruzando la ficción y el documental (actores y argumento de ficción, rigor histórico y “neorrealismo”, fragmentos documentales y “puesta en escena” documental); si se quiere, el “registro” de la película es ficciónal, pero en su contenido es un documental.
Raymundo retrata, en forma no lineal alternando presente y pasado, la historia de un burócrata sindical llamado Roberto Barrera, capo metalúrgico, de bigote y siempre en su Torino blanco. Desde sus comienzos como delegado honorable, militante y jugado, hasta convertirse en un cínico representante de los intereses patronales, negociador, simulador... y traidor, enemigo del pueblo y “adicto” al poder (cualquier similitud con los gordos de campera de cuero de hoy en día, no son casualidad). Este personaje ficticio, esta determinado por una síntesis de dirigentes sindicales reales (la metalurgia, el bigote y el Torino, hacen alusión a José Ignacio Rucci, un dirigente sindical de la época, “icono de traidor”). En el contexto de aquellos años, la sociedad se preguntaba: ¿qué hacer con la burocracia sindical?, ¿qué hacer con los con “los traidores”? La respuesta estaba en el aire y podía leerse (incluso Raymundo no creía en ella), no había discusión. La respuesta era matarlos.
Durante varios meses Gleyzer y Álvaro Melián, (co-guionista) llevaron a cabo una exhaustiva investigación y entrevistas a obreros, sindicalistas, jefes de personal, gerentes, empresarios; y fueron determinando el argumento, las características principales de los personajes, y el vocabulario y léxico de estos. Cada línea del guión pertenecía o estaba relacionada a los sindicalistas más fuertes del momento (Lorenzo Miguel, Rucci, Vandor), o bien a alguno de los entrevistados. Hay en la película, una constante cita de lo que ocurria en la realidad (desde lo “sonoro”, y desde lo “visual”). Con respecto a la imagen lograda en la película, muy cercana a la estética documental, juega un papel fundamental el modo de producción: el hecho de no utilizar luces, de trabajar en los escenarios naturales de una Buenos Aires cotidiana, de pautar los textos y diálogos alentando a la improvisación, el trabajo con no profesionales, y también el uso de cámara en mano y sonido directo. Todos estos aspectos apuntaban a uno de los principales objetivos de Raymundo y su cine: no distanciar al espectador con formalismos. En este caso, buscando la identificación con el.

El film se rodó en 16mm, de forma totalmente clandestina y arriesgando la vida, entre junio y octubre del 72. Nadie sabía los lugares exactos de filmación, la producción se encargaba de buscar a los actores en lugares y horarios pactados, hacer cambios de coches y juntar a todo el equipo en la locacion. Nadie cobró nada, solo lo mínimo para algún transporte, y en el equipo cuando alguien no podía ir, otro tomaba su lugar. En ocasiones se rodaba durante todo el día, se dormía una 4 o 5 horas, y se seguía filmando. Bill Suman, su productor norteamericano, recuerda que el equipo gastaba muy poco dinero y que trabajaba muchísimo: “tanto como nadie que yo recuerde en mi vida”, y con esta película, demostraron que todo es posible, se descubría que se podía filmar si se tenia determinación (y huevos... no olvidemos la época).
La madre de Raymundo (que aparece en un par de escenas), obviamente temía por la vida de su hijo, y le advirtió de los peligros que tenia decir la verdad en esa época. La respuesta de Raymundo fue:”mira mama, yo se de `los traidores, que clase de persona seria sino lo digo? yo quiero decir la verdad. Todo lo que yo se y pienso lo voy a decir con el cine”. Raymundo, no se desvió del camino.

Raymundo filmaba y burlaba la censura y la represión, sacando los rollos con pilotos de Aerolíneas Argentinas y enviándolos a Bill Susman, ya que el material no podía revelarse en los laboratorios argentinos, era la época de Lanusse y sabían lo que se revelaba y se veía. Había peligro de ser arrestado en la filmación, había peligro en  revelar, había peligro en decir la verdad.
Entonces, Gleyzer entregaba unas valijas con la latas a los pilotos, con quienes había entablado una relación de camaradería, algo típico en el; estos no sabia que había en la valija pero cada dos o tres días, llevaban el material a Bill. Este recibía el material y enviaba una nueva valija vacía para el siguiente material. Revelaba la entrega, la chequeaba y comunicaba a Raymundo si todo estaba bien. Con condiciones de producción mínimas y muy pocos medios técnicos, Raymundo Gleyzer junto a su equipo, se metían en las casas de gente común, Los decorados eran sus casas y  sus lugares de trabajo, y junto a ellos daban vida a la película.  El mismo “seleccionaba rostros” de gente que el equipo buscaba en villas y fabricas, y la actuación quedaba en manos de “actores profesionales”, y los actores reales, los de la vida. Se rodaron unas 80 escenas diferentes, inventando excusas para burlar a la represión, que eran de un programa de TV, un comercial, un cortometraje, lo que fuera. Al trabajar en estas condiciones, los actores no solo se involucraban en lo “meramente artístico”, sino que había una conexión en el sentido ideológico, político y de lucha que se respiraba en todos lados.

Otro factor a destacar de esta producción, es el uso del humor. Ken Loach (el realizador ingles) insiste en que “el humor es fundamental para lograr un retrato social que se pretenda auténtico”. Ya en aquella época Raymundo había sentenciado: "Yo creo que es una gran carencia del cine latinoamericano, del cine político latinoamericano, la falta de humor. (...) El cine latinoamericano todavía está por descubrir el humor, y es un campo muy grande para desarrollar".
El humor, en dosis de sátiras mordaces, dadas por referencias humorísticas cotidianas de aquellos años,  facilitaba la participación del espectador involucrándolo directamente.

Raymundo tenia una constante en su cine, la contrainformación, su obra era un vehículo que canalizaba toda esa verdad que “la versión oficial” omite, niega y oculta. Su obra era “la voz de los sin voz”, y su fin era el cambio hecho en praxis, por eso su cine no podía desligarse del debate. Era necesario el debate con el pueblo. Y como el pueblo no iba al cine, entonces Raymundo decidió llevar el cine al pueblo. Así, en 1973 crea el grupo “Cine de la Base”. El cine debía llegar a sus protagonistas, los obreros, los campesinos, los desposeídos de la tierra, los oprimidos...
Por aquel entonces el cine instalaba el mismo tipo de “censura disimulada” que instaura en la actualidad: el problema de la distribución-exhibición.
No alcanza con filmar una película, porque después no se la podes mostrar a nadie. Raymundo, que ya había sufrido la censura con “México, la revolución congelada”, determina la necesidad de grupo de distribución-exhibición. La función de Cine de la Base era distribuir los materiales que se producían, principalmente “Los traidores”. Raymundo no tenia acceso al cine comercial, y si se quiere tampoco le interesaba, ya que el quería que el cine fuera a la base, al pueblo, y la base no iba al cine. Raymundo quería que la película se viera en las villas, en los sindicatos, que la vieran los sectores populares, y también en universidades y facultades (hay testimonios que hablan de proyecciones para mas de mil personas!!!).

Cine de base comienza a operar y proyectar en cualquier lugar y fuera de Buenos Aires también: La Plata, Córdoba, Rosario, Tucumán, Bahía Blanca, Trelew, Corrientes y Resistencia... se organizaban proyecciones para el debate; se programaban principalmente "Los Traidores" junto a "Informes y testimonios", y "Operación Masacre" de Cedrón basada en la novela de Rodolfo Walsh. Al terminar la película, se daba lugar el debate –sin bajar ningún tipo de línea-, y entonces se podía apreciar en acción el poder de “Los Traidores”,  la gente se identificaba e identificaba a los personajes, y tenían lugar discusiones políticas “inteligentes” y realmente valiosas, porque ya no se trataba de peronistas y anti-peronistas, sino de plantear nuevos caminos. La gente capitalizaba la acción. Raymundo y Cine de base se convertían en  mediadores que  hablaban a través del cine
En la actualidad, luego de ver la película uno comprende que las estructuras del sindicalismo corrupto de ayer, hoy siguen intactas. Y que Los Traidores de ayer, son los mismos que los de hoy. Al ir terminando la nota,  me pregunto (y me siento tan cobarde, ¡Es que me faltan tantos huevos!) ¿Habrá que matarlos?.
Cine de base se iba expandiendo más y más. La idea era crear una red que llegara a todo el interior del país, y que funcionara también como una distribuidora. Pero  las cosas se pusieron cada vez mas jodidas en el país, el compromiso de Raymundo se hacia cada vez mas grande. Tenía la intención de formar una cadena de “cines” dentro de las villas, solo con lo necesario: proyector, un techo y bancos. Nunca llegó a concretarlo. Hacia 1975 la Argentina el funcionamiento de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina - organización terrorista de extrema derecha) estaba a pleno. Raymundo es un blanco móvil, él era Cine de Base, era un verdadero símbolo del grupo. En 1976 viaja a New York por trabajo, la filmación se demora y Raymundo vuelve la Argentina. El 27 de mayo iba a encontrarse con un amigo, pero nunca llego... Raymundo había sido secuestrado. habían allanado tras romper la puerta y en su interior estaba todo roto y revuelto. Raymundo Gleyzer nunca más volvió a aparecer. Fue secuestrado en la puerta del Sindicato Cinematográfico Argentino (SICA) y permanece desaparecido hasta hoy. Se cree que Raymundo estuvo en el centro de detención clandestina El Vesubio y también en el destacamento Güemes, cerca del barrio de Ezeiza. Detenidos que lograron sobrevivir al horror de la tortura y la represión han relatado que los militares torturaron salvajemente a Raymundo, y que en sesiones de tortura le habrían cortado los ligamentos de los pies y  habría quedado ciego.
Quienes conocieron a Raymundo, el padre, el amigo,el amante, el “cineasta  independiente” apasionado, el revolucionario, el intelectual; al Raymundo lleno de contradicciones, miedos, angustias,  alegrías y mucho amor por el cine, hablan de un hombre de esos que pocas veces regala nuestra especie. Sus amigos y colegas cuentan que había mucho cariño en lo personal y mucha pelea a la hora de filmar. Es lo que pasa con los hombres apasionados,  Raymundo era difícil, podía ser irónico, jodido, y hasta hiriente. Pero dicen que reconocía sus errores, y que los arreglaba con una ginebra. Cuando hacia algo mal, hacia una visita y regalaba una botella de ginebra... esa era su forma de pedir perdón (¿hay otra mejor?)
Raymundo supo hacer cine político sin caer en el “panfletismo”. El cine no era un simple marco de consignas, su cine era CINE, y su verdad era LUCHA. Raymundo se fue y difícilmente alguien pueda reemplazarlo; y hay que reconocer que a quien conozca su obra y sepa o adivine algo de su vida, difícilmente no se le escape un lagrimón...
Raymundo Gleyzer: ARTISTA, REVOLUCIONARIO, Y APASIONADO CINEASTA INDEPENDIENTE. PRESENTE!!



1 comentario:

  1. los burócratas de ayer y hoy, distintos pero iguales. Gleyzer presente! Hasta la Victoria Siempre.

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